"En el interesantísmo prólogo del libro de Barthes “La cámara lúcida” se muestra el siguiente párrafo:
“La fotografía recoge una interrupción del tiempo a la vez que construye sobre el papel preparado un doble de la realidad. De ello se infiere que la muerte, o lo que es lo mismo: la evidencia del esto-ha-sido, va ligada esencialmente a la aparición (o elaboración) del doble en la imágen fotográfica”(Sala-Sanahuja, 1989, p.21)
La lectura de este texto me hace reflexionar especialmente sobre dos temas: en primer lugar, en la fotografía como una interrupción del tiempo, pero, en segundo lugar, también en la fotografía como la elaboración de un doble. Sobre estos dos aspectos es sobre los que encuentro interesante divagar. Aunque bien se podría decir que ambos conjuntamente son las dos caras de una misma moneda, puesto que la aparición de ese doble detiene el paso del tiempo, a la vez que paradójicamente nos muestra algo que nos angustia, algo desconocido a lo que tememos y que nos recuerda de alguna manera una pérdida (asociada a la noción de muerte). Tal vez aparece ese miedo porqué la presentación de ese doble de uno mismo (el retrato) está ligada al descubrimiento del otro que habita en uno mismo, y ese conocimiento siempre es perturbador, puesto que de alguna forma muestra un saber que no se sabe que se tiene (el saber inconsciente) y por tanto, es una muestra clara de que uno nunca sabe bien quién es.
Intentaré a continuación analizar por separado ambos temas.
El retrato muestra que alguien ha sido
En primer lugar, estaría la idea de que siempre que hay un retrato es la muestra de que alguien-ha-sido en un momento temporal distinto al actual (tal como comenta el propio Sala-Sanahuja). Tal vez por este motivo, el tema del “retrato” tiene que ver con el “mito de la eterna juventud”, tan bien plasmado por Oscar Wilde en su única novela “El retrato de Dorian Grey”. Dorian era un apuesto, narcisista y seductor joven que a través del retrato que le pinta un amigo que es pintor, quiere retar al paso del tiempo. Desde el momento en que su retrato está acabado, es sobre éste sobre quien pasa el tiempo, mientras que el joven permanece siempre en el mismo estado juvenil. La foto se ennegrece,se mustia, se resquebraja, mientras que Dorian continúa igual. Cuadro y modelo han intercambiado los papeles en la ficción recreada por Wilde. A través del extraño retrato que ha realizado su amigo, Dorian consigue evitar la decadencia del cuerpo, de su cuerpo.
En el mundo real no es posible el acontecer que sucede en la ficción, pero de una manera diferente sucede igual. El sujeto retratado se ve a si mismo en otro momento anterior, cuando aún su cuerpo era un cuerpo deseable y deseado. Consigue vencer el paso del tiempo cuando la plata queda revelada y fijada primero en el negativo y después en el papel. Ese es él en otro momento y probablemente en otro lugar. Por mucho tiempo que pase continuará, en la fotografía, siendo el mismo. Así su narcisismo, que es el mismo que llevo a Dorian a ser retratado, permanece satisfecho. Por ello el retrato, ese que es el doble de uno mismo, conecta al modelo con su narcisismo primario y también con la primera conciencia que tuvo de él mismo cuando reconoció su propia imagen en el espejo en algún momento entre el primer y el segundo año de vida.
La imagen del cuerpo es muy importante para el desarrollo de nuestra identidad, especialmente la sexual. La fotografía, al igual que el espejo, nos evidencia cuál y cómo es nuestro cuerpo. Tal vez por ello nos asusta."
Fuente: lamiradafotografica.es